Pese a que nuestro país presenta la tasa más alta de nacimientos con Síndrome de Down de la región, nuestro sistema educativo aún no cuenta con las herramientas y los profesionales necesarios para generar oportunidades y favorecer la inserción social, escolar y laboral.
El discutido caso de Abril (19), una joven con Síndrome de Down que estuvo a punto de reprobar sexto básico luego de que su profesora de Educación Física se negara a evaluarla, dejó al descubierto las graves falencias que presenta el tema de la inclusión en Chile.
Pese a que la adolescente finalmente pudo pasar de curso y continuar sus estudios con regularidad, sus padres decidieron ir un poco más allá y demandar al Colegio Carlos Alessandri Altamirano, en el marco de una batalla legal que busca evitar el surgimiento de nuevos casos y favorecer la igualdad educativa de los jóvenes con capacidades diferentes.
Según los resultados del Estudio epidemiológico global del Síndrome de Down, publicado en 2011 por la Revista Chilena de Pediatría, Chile lidera los países de la región con nacimientos con Síndrome de Down, lo que deja al descubierto una importante necesidad para que casos como el de Abril no se vuelvan a repetir en el sistema escolar chileno. Para ello, el fortalecimiento y la orientación de la Educación Diferencial resulta clave.
“La ley desafía a todos los chilenos a integrar y valorar a las personas con capacidades diferentes como sujetos de derechos, pensando en ellos con personas que aportan a la sociedad y son un capital humano en nuestra cultura. Se trata de personas que sólo requieren de oportunidades y espacios para desempeñarse a nivel social, escolar y laboral”, explicó María Alejandra Osorio, académica de la Escuela de Pedagogía en Educación Diferencial de la Universidad Mayor.
Consultada por el caso particular de Abril y la opción de que niños y jóvenes con capacidades distintas asistan a “colegios especiales”, aseveró que “en ningún caso estos estudiantes debieran asistir a escuelas especiales, puesto que ellas (las escuelas) constituyen una modalidad segregada del sistema educativo. Las escuelas regulares deben dar cabida a todos los estudiantes para que, con los apoyos necesarios, puedan cursar su educación en un contexto inclusivo”.
Según la académica, la carrera de Pedagogía en Educación Diferencial de la Universidad Mayor destaca por su doble mención en “Discapacidad Intelectual” y “Discapacidades Múltiples”, lo que le entrega a los egresados una experiencia práctica previa a su choque con la realidad escolar y la inclusión en Chile. De esta forma, los profesionales formados en esta casa de estudios salen de la universidad con una visión distinta y un fuerte compromiso por mejorar en estos aspectos.
“Un educador diferencial titulado de la Universidad Mayor se diferencia por el manejo de competencias para responder a las necesidades de apoyo de personas con discapacidad intelectual y discapacidades múltiples desde sus primeros años de vida hasta la adultez. En ese sentido resulta fundamental que los nuevos profesionales manejen estrategias y recursos específicos que apunten a mejorar la calidad de vida y la autodeterminación de estas personas”, comentó la académica.
Para favorecer este aprendizaje, desde 2008 que la U. Mayor implementó el Programa de Atención Temprana (PATUM), cuya finalidad apunta a entregar atención interdisciplinaria a niños entre 0 a 3 años, a través de visitas a domicilio y sesiones ampliadas. “Su principal objetivo es apoyar a las familias en el proceso de desarrollo y aprendizaje infantil de los niños, por medio de intervenciones interdisciplinarias proporcionadas por estudiantes de tercer y cuarto año de las carreras de Educación Diferencial, Kinesiología, TerapiaOcupacional y Fonoaudiología”, explicó Osorio.