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Un proceso constituyente con conversación

Por Álvaro Mesa Latorre, director del Centro de Estudios Constitucionales y Administrativos  de la U. Mayor sede Temuco.


Publicado en El Diario Austral

¿Por dónde empezamos el proceso constituyente? ¿Cuántos coloquios, encuentros se deben realizar? ¿Desde qué costas? ¿Desde qué páramos, podemos esbozar nuestra habla, nuestro discurso jurídico político? En realidad, no se debe temer aquello; pues, no es lo importante para una comunidad política. Hay que enfocarlo desde otro punto de vista, esto es, no importa de cómo es el inicio, sino que lo esencial es cuántos pueden y deben venir a ese amplio y frondoso encuentro.

Una buena, larga, colorida, fluida, quebrada, matizada, lluviosa, a veces solitaria conversación, no me cabe duda,  nos dará la solución. Esto es lo que nos falta como comunidad política. Tener, no uno, sino múltiples alternativas de conversación. En el campo, en la ciudad, a través de los medios de prensa, en los colegios, en las universidades, en los hogares, en los restoranes, en los  cafés, paseos, en los trabajos, en los hospitales, en los centros de detención y cumplimiento penitenciario y en especial en la televisión, para que se produzca no un simple arroyo de ideas, sino  un río caudaloso, que nos permita tener una conversación total sobre el destino que quiere, desea y anhela sin condición alguna la comunidad chilena.

En la conversación, nos deslumbran muchas veces, las ideas del otro. La verdad es que conversar es a la vez contemplar, considerar, cooperar, coexistir, aceptar otras realidades y verdades; en fin,  se puede decir que en la comunidad política la conversación es el acto más revolucionario que puede existir; porque la conversación es la legitimidad  que  permite modificar o mantener aquello valioso  que anhela dicha comunidad.  En la conversación hay un encuentro integral, conversar,  lo sentimos, nos trae siempre luz, el logos divino. Conversar, entonces, es la nota, el reflejo fundamental de una comunidad política, al que llamaremos pueblo y podemos decir ahora con robustez: nuestro pueblo, o bien, somos el pueblo.

Creemos en el rol de todas las instituciones en este diálogo ampliado, por cierto las universidades tiene un rol clave y de hecho, en Temuco, la Universidad Mayor a través de sus Jornadas Constitucionales realizadas recientemente intenta abrir ese espacio, pero debemos sumar más. Es la conversación la que podrá sostener la ley, el  Estado de Derecho y nuestra República.